Primeros auxilios psicológicos para víctimas de violencia de género: un paso hacia la sanación

Por Ximena Arantxazu López Gómez
La violencia de género es una herida profunda que trasciende lo físico y deja cicatrices emocionales que pueden ser invisibles, pero devastadoras. En un mundo donde esta problemática persiste, los primeros auxilios psicológicos (PAP) se presentan como una herramienta esencial para brindar apoyo inmediato a las víctimas, ayudándolas a recuperar el control y la esperanza en momentos de crisis. Esta columna busca explorar qué son los PAP, cómo aplicarlos en el contexto de la violencia de género y por qué son un pilar fundamental para la recuperación.
¿Qué son los primeros auxilios psicológicos?
Los PAP son un conjunto de técnicas diseñadas para ofrecer apoyo emocional inmediato a personas que han vivido experiencias traumáticas. No reemplazan la terapia profesional, pero actúan como un puente hacia la estabilización emocional, ayudando a las víctimas a procesar el impacto inicial del trauma. En el caso de la violencia de género, donde las víctimas enfrentan abuso físico, psicológico, sexual o económico, los PAP pueden ser un primer paso para mitigar el dolor emocional y prevenir secuelas a largo plazo, como la ansiedad, la depresión o el trastorno de estrés postraumático.
Principios clave de los PAP en casos de violencia de género
- Escucha activa y sin prejuicios: El primer paso es crear un espacio seguro. Escuchar a la víctima sin interrumpir, sin juzgar y sin minimizar su experiencia es crucial. Frases como “te creo” o “no estás sola” pueden marcar una diferencia significativa, validando sus emociones y rompiendo el aislamiento que a menudo sienten.
- Garantizar seguridad: La prioridad es asegurar que la víctima esté fuera de peligro. Esto puede implicar ayudarla a encontrar un lugar seguro, como un refugio o la casa de una persona de confianza, y conectarlas con recursos como líneas de ayuda o servicios especializados.
- Estabilización emocional: Las víctimas pueden experimentar emociones abrumadoras, como miedo, culpa o confusión. Técnicas simples, como ejercicios de respiración profunda (inhalar por 4 segundos, sostener por 4, exhalar por 6), pueden ayudar a reducir la ansiedad inmediata. También es importante normalizar sus reacciones: “Es normal sentirse así después de lo que has vivido”.
- Información y empoderamiento: Proporcionar información clara sobre los recursos disponibles (centros de atención, líneas de apoyo, opciones legales) empodera a las víctimas. Sin embargo, es fundamental respetar su autonomía y no presionarlas para que tomen decisiones inmediatas, ya que el control sobre sus elecciones es algo que la violencia de género suele arrebatarles.
- Evitar la revictimización: Preguntas como “¿por qué no lo denunciaste antes?” o “¿qué hiciste para provocarlo?” son dañinas y deben evitarse. Los PAP se centran en el apoyo, no en la culpa.
El impacto de los PAP en la recuperación
La implementación de los PAP puede marcar una diferencia significativa en la trayectoria de una víctima. Según estudios de la Organización Mundial de la Salud, el apoyo emocional inmediato reduce el riesgo de desarrollar trastornos mentales a largo plazo. En el contexto de la violencia de género, los PAP no solo ayudan a estabilizar a la víctima, sino que también le recuerdan que hay una red de apoyo dispuesta a acompañarla. Este mensaje de solidaridad puede ser el primer paso para romper el ciclo de abuso.
En México, donde la violencia de género afecta a millones de mujeres —según el INEGI, el 70.1% de las mujeres mayores de 15 años han experimentado algún tipo de violencia—, los PAP son una herramienta urgente. Organizaciones como el Instituto Nacional de las Mujeres y redes de apoyo comunitario están capacitando a más personas en estas técnicas, pero aún falta una mayor difusión y acceso en comunidades rurales y marginadas.
Un llamado a la acción
Los primeros auxilios psicológicos no requieren ser un experto en salud mental; cualquier persona puede aprenderlos y aplicarlos con empatía y respeto. En un país donde la violencia de género es una emergencia nacional, todos podemos ser agentes de cambio. Capacitarnos en PAP, difundir que hay instituciones de ayuda (en Puebla contamos con las Casas Carmen Serdan, los Centros Libres y los Institutos de la Mujer) y fomentar una cultura de apoyo son pasos concretos hacia un futuro donde ninguna mujer se sienta sola en su lucha.
La sanación comienza con un acto de humanidad: escuchar, acompañar y empoderar. Los primeros auxilios psicológicos no solo salvan vidas, sino que devuelven la esperanza a quienes más la necesitan. Hagamos que ese primer paso sea firme y colectivo.