¿Y si tu dolor fuera una advertencia?

Por Luna Martinez
Hay dolores que ignoramos. Un tirón en la espalda, una tensión en el cuello, una punzada en el pecho o un “nudo” en la mandíbula. Les restamos importancia, nos acostumbramos y seguimos adelante.
Pero el cuerpo no manda señales por capricho. Todo síntoma tiene una raíz, y todo dolor merece atención.
Como fisioterapeuta, he acompañado a muchas personas que llegaron buscando solución para un malestar específico… pero descubrimos que ese dolor era solo la punta del iceberg. Un dolor que comenzó en la zona lumbar puede terminar afectando la postura global, generar tensiones en el abdomen o incluso alterar la forma en que respiras. Sí, así de profundo puede ser el impacto de no escuchar a tiempo.
Lo que muchas personas no saben es que una disfunción mecánica (como una mala alineación, una tensión muscular crónica o una cicatriz mal tratada) puede afectar funciones vitales como la respiración o la digestión. El cuerpo es una red interconectada: cuando una parte deja de funcionar bien, otras comienzan a compensar. Y esa cadena de compensaciones puede llevar a trastornos que afectan la calidad de vida.
Por ejemplo, una disfunción en la zona cervical puede comprimir nervios que alteran la movilidad de la lengua o dificultan la deglución. Lo que inicia como “me truena el cuello” puede evolucionar a problemas para tragar, hablar con fluidez o sentir que se te va la comida por el “lugar equivocado”. También he visto cómo la tensión en el diafragma —producto de estrés crónico o mala postura— afecta la forma de respirar, de vocalizar e incluso de dormir.
A veces, una persona cree que su problema es gástrico, pero lo que está ocurriendo es una alteración en la mecánica respiratoria o en la coordinación neuromuscular para deglutir y digerir adecuadamente.
Ignorar el cuerpo tiene consecuencias.
5 Tips para escuchar y atender a tu cuerpo a tiempo:
- No normalices el dolor. Si un malestar persiste más de 72 horas o regresa con frecuencia, es señal de que algo necesita atención.
- Revisa tu postura a lo largo del día. ¿Pasas mucho tiempo encorvada o con los hombros tensos? Hacer ajustes posturales simples puede prevenir molestias mayores.
- Respira con conciencia. Dedica al menos 3 minutos al día a respirar profundo y lento. Observa si te cuesta expandir el abdomen o el pecho.
- Lleva un diario corporal. Anota cuándo y dónde aparece el dolor, qué lo alivia y si afecta tu sueño, digestión o apetito.
- Consulta a tiempo. Un enfoque preventivo con fisioterapia puede ayudarte a identificar y tratar el origen del problema antes de que se agrave.
Próxima semana: hablaremos sobre trastornos deglutorios.
Qué son, cómo detectarlos, cuándo acudir a terapia y cómo el sistema músculo-esquelético puede afectar tu capacidad de tragar con seguridad.
También incluiré 5 tips prácticos para cuidar tu salud al comer y prevenir complicaciones silenciosas. ¡No te lo pierdas!
Luna Martínez
Fisioterapeuta | Creadora de FisioConciencia
Directora Innovation Functional Training
Especialista en movimiento funcional, respiración, deglución, neuro y bienestar integral.
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