REELECCIÓN INDEFINIDA EN EL SALVADOR

El 1 de agosto de 2025, la Asamblea Legislativa de El Salvador, dominada por el partido Nuevas Ideas, aprobó en un trámite exprés la reelección presidencial indefinida, consolidando el poder de Nayib Bukele. Esta reforma constitucional, que también extiende el mandato presidencial de cinco a seis años y elimina la segunda vuelta electoral, ha encendido alarmas sobre el deterioro democrático en el país. Con 57 votos oficialistas y solo tres en contra, la medida refleja la ausencia de contrapesos en un sistema cada vez más controlado por Bukele.
Organismos como Human Rights Watch advierten que la reelección indefinida, un sello de regímenes como los de Venezuela y Nicaragua, amenaza la alternancia en el poder. Juan Pappier, subdirector de la división de las Américas de HRW, compara este proceso con el de Hugo Chávez, destacando cómo Bukele ha cooptado la Corte Suprema, los tribunales y la fiscalía a un ritmo acelerado. Esta concentración de poder, facilitada por la popularidad del presidente, desmantela las bases de la democracia salvadoreña.
Cristosal, una organización de derechos humanos forzada a abandonar el país por el acoso gubernamental, califica la reforma como un “tiro de gracia” al sistema democrático. Su director, Noah Bullock, denuncia un proceso de represión sistemática que ha llevado al exilio a activistas y periodistas. La Ley de Agentes Extranjeros y el arresto de figuras como Ruth López, abogada de Cristosal, evidencian un esfuerzo por silenciar críticas. Acción Ciudadana lamenta que la vía electoral, antes garante de alternancia, quede clausurada, proyectando un mandato de Bukele de al menos 14 años.
La falta de frenos internacionales, especialmente bajo la administración de Donald Trump, ha permitido a Bukele avanzar sin resistencia. Pappier señala que Trump, poco interesado en la democracia, ve en Bukele un aliado útil, especialmente por acuerdos como el uso de la megaprisión del Cecot para deportados. Esta relación estratégica otorga a Bukele un escudo frente a críticas globales.
La reelección indefinida marca un claro rumbo hacia el autoritarismo en El Salvador, siguiendo un manual que prioriza el control absoluto sobre las instituciones y la supresión de voces disidentes. Sin embargo, la cercanía de Bukele con Estados Unidos, particularmente con Trump, lo hace inmune a presiones internacionales, permitiéndole consolidar su proyecto autoritario sin temor a represalias. Lo que consolida la idea que las reelecciones de la derecha son para países de primer mundo; sin embargo, las reelecciones de presidentes de izquierda comunismo.
Este respaldo al gobierno de Bukele y la aceptación tácita del gobierno de Estados Unidos dejan claro que los intereses económicos tienen más peso que los procesos democráticos para el país del norte.