LAS BRICS Y MÉXICO

LAS BRICS Y MÉXICO

La XVII Cumbre de Líderes de los BRICS, celebrada este fin de semana en Río de Janeiro, Brasil, reunió a los países fundadores (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) junto con los nuevos miembros: Arabia Saudita, Egipto, Etiopía, Irán, Emiratos Árabes Unidos e Indonesia. Bajo el lema “Fortaleciendo la cooperación en el Sur Global para una gobernanza más inclusiva y sostenible”, la agenda se centró en dos ejes: consolidar la cooperación entre economías emergentes y promover reformas en la gobernanza global, incluyendo el impulso al comercio en monedas locales como alternativa al dólar estadounidense.

El bloque económico creado en 2009, busca posicionarse como un contrapeso a la hegemonía occidental, pero su diversidad ideológica y económica plantea desafíos. La inclusión de nuevos miembros, como Irán y Arabia Saudita, introduce tensiones geopolíticas debido a sus recientes problemas bélicos en sus regiones. Además, la propuesta de desdolarización enfrenta obstáculos prácticos: el yuan chino, por ejemplo, no es plenamente convertible, y la infraestructura financiera global sigue dominada por el dólar. La posible expansión hacia países como Tailandia y Vietnam sugiere un interés por ampliar la influencia del bloque.

México asistió como observador, representado por el canciller Juan Ramón de la Fuente, tras una invitación de Brasil, que ejerce la presidencia pro tempore. La presidenta Claudia Sheinbaum justificó su ausencia argumentando la necesidad de priorizar asuntos domésticos, una decisión que refleja cautela ante un bloque percibido como un desafío a Estados Unidos, principal socio comercial de México. La participación de De la Fuente, quien sostuvo reuniones bilaterales, con el canciller brasileño Mauro Vieira, permitió fortalecer lazos con Brasil, incluyendo acuerdos para visas electrónicas y cooperación farmacéutica. No obstante, México mantuvo una postura de observador, evitando compromisos que pudieran tensionar su relación con Washington.

La Cumbre BRICS 2025 destacó la ambición del bloque por reconfigurar la gobernanza global, pero su impacto está limitado por divisiones internas y la supremacía económica occidental. México, al participar como observador, adopta una estrategia diplomática prudente, buscando oportunidades de cooperación con economías emergentes sin alienar a sus aliados tradicionales. Esta postura refleja un equilibrio delicado en un contexto global polarizado, donde México prioriza la estabilidad económica y las relaciones estratégicas con Brasil e India, sin comprometerse plenamente con la agenda del BRICS. Tal y como lo dicta la doctrina Estrada.

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